Achú-Con y la Alegría Profunda

Queridos hermanos, ha llegado el momento de presentarme ante vosotros.

Soy Achú-Con y provengo de Achú, el Reino de la Alegría. Soy el Compañero Sagrado de la Princesa Achú-Lai, a la que amo y admiro profundamente. Ese es uno de mis cometidos aquí, en la 3D. Ayudar y colaborar en la ardua tarea de restituir la Alegría en esta Humanidad, que parece haberla olvidado por completo.

Pero también tengo otra importante labor, y es que me comprometí con Achú-Linn, el guardián de los Cuentos de Achú, a transmitir y adaptar el maravilloso don que portan sus cuentos, de los cuales os hablaré más detenidamente llegado el momento.

Os diré que en Achú, cada uno de sus habitantes representamos una cualidad única de la Alegría, ya que si a alguno de vosotros pidiera que me la definierais, seguramente os daréis cuenta de que no es tarea sencilla, y que la Alegría es algo tan hermoso y complejo a la vez, que nuestro limitado vocabulario de 3D no nos permite definir plenamente.

Así pues, podemos hablar de diferentes cualidades o particularidades de la Alegría, todas ellas válidas, pero diferentes y únicas a su vez.

Imaginad por ejemplo una alegría pasajera, muy intensa, pero que tan pronto como viene se va, sería pues la Alegría eufórica…

¿Y qué me decís de la Alegría contagiosa? Surge de la nada y cuando menos te lo esperas, impregna de felicidad a todo aquel que nos rodea.
También podríamos hablar de la Alegría inesperada, y así un sinfín de maravillosas cualidades de la Alegría, encarnadas por cada habitante del Reino de Achú.

Yo, Achú-Con, represento una cualidad de la Alegría un tanto especial, y digo “especial” no porque sea mejor que otra, sino porque muchas veces no la sabemos apreciar, pasa inadvertida.
La Alegría que porto en mí es la Alegría Profunda: es una alegría discreta, que actúa desde un segundo plano, no es amante del protagonismo… No es una Alegría que se aprecie a simple vista.

Es una Alegría que hay que aprender a vivir y sentir desde el interior, alimentándola día a día, brillando en la magnificencia que cada uno.
Sólo entonces todo aquello que nos rodea se manifestará en todo su esplendor, en la Perfección que la Madre Divina creó y que, debido a que hemos apartado la Alegría de nuestros caminos, no alcanzamos a ver.

A primera vista esto que comento puede parecer utópico, pero sed fuertes y anteponeros a todas las dificultades. Valeros para ello del “arma” más poderosa e infalible que existe en todo el universo:
El Amor.

Inundad vuestros dolidos corazones con el Amor y entonces alcanzaréis la Alegría Profunda, un estado de la Alegría comparable a la mismísima Plenitud.

Ese es el don que yo porto y que os invito a sentir en vuestro interior.